Los agentes de la censura en la España de los siglos XVI y XVII
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Table Of Contents
- Cubierta
- Título
- Copyright
- Sobre el autor
- Sobre el libro
- Esta edición en formato eBook puede ser citada
- Índice
- Introducción. Los agentes de la censura en la España de los siglos XVI y XVII
- Primera Parte: Los Teóricos de La Censura
- El laboratorio dogmático. La teoría de la censura y los comentarios de la Summa Theologica entre los siglos XVI y XVII (María José Vega)
- El teórico de la historia como agente censor: Melchor Cano, De locis theologicis, XI (Cesc Esteve)
- El Memorial de Diego de Álvarez (c. 1608–1611): tejido y construcción del índice de Sandoval y Rojas (Jimena Gamba Corradine)
- Segunda Parte: Los Actores de La Censura Oficial
- La censura civil del Consejo Real de Castilla, 1502–1558. Censores, examen de libros, pareceres y calificaciones (Rafael M. García Pérez)
- Los calificadores del Tribunal de la Inquisición española y la censura de libros (siglos XVI y XVII) (Mathilde Albisson)
- Arte y oficio del dramaturgo censor Francisco de Avellaneda (Gema Cienfuegos Antelo)
- “Obedecer y negociar”: un método jesuita. El proceso censorio de la Vida de Diego Laínez (1594) compuesta por Pedro de Ribadeneyra (Claire Bouvier)
- Tercera Parte: Los Censores Literarios
- La vida de María Magdalena en la España de los Reyes Católicos: entre devoción, traducción y censura (Álvaro Bustos)
- La censura y edición de Lazarillo y Propalladia (1573) de Juan López de Velasco y su impacto en el desarrollo de la novela picaresca y la comedia nueva (Reyes Coll-Tellechea)
- El éxito editorial del Flos sanctorum de Alonso de Villegas frente al control de la literatura hagiográfica después de Trento (Javier Burguillo)
- Mudanzas y censuras: La dama boba de las tablas al pliego (Anne Cayuela)
- Obras publicadas en la colección
MATHILDE ALBISSON
Université Sorbonne Nouvelle (EA 3979 LECEMO – CRES)
Introducción. Los agentes de la censura en la España de los siglos XVI y XVII1
En la Edad Moderna, la Monarquía hispánica estuvo marcada por varios acontecimientos que suscitaron el establecimiento de aparatos de control de las prensas, de la escritura y de la lectura. En primer lugar, la invención de la imprenta a mediados del siglo XV movió a las autoridades eclesiásticas y civiles a elaborar una legislación destinada a regular las prensas, con la instauración de la censura previa y las licencias de impresión. La Reforma y el uso masivo del impreso por los protestantes dieron lugar al desarrollo de nuevos instrumentos y modalidades destinados a controlar los libros ya impresos, como por ejemplo el índice de libros prohibidos y expurgados o las inspecciones de librerías. Finalmente, el Concilio de Trento supuso una profunda renovación de la Iglesia, desde el punto de vista del dogma, de la liturgia y de la disciplina moral del clero y de los fieles, que tuvo múltiples implicaciones en los modos de escribir y de leer. En este contexto se forjaron sistemas oficiales de censura, que buscaban perseguir la herejía y el error doctrinal, erradicar la heterodoxia y otras formas de contestación de la religión oficial y del orden establecido, vigilar el lenguaje y las costumbres. Además de sus consecuencias sobre las prácticas lectoras, este régimen coercitivo suscitó la aparición de discursos censorios que legitimaban y modelizaban el ejercicio de la censura, y determinó el trabajo de los actores del mundo editorial y literario, que participaron en el disciplinamiento religioso, político y social, objetivo último de la censura.
El cometido del presente volumen es ofrecer al lector nuevas aproximaciones y perspectivas sobre el fenómeno de la censura en la España de los siglos XVI y XVII, mediante el estudio de diferentes figuras e instancias que elaboraron discursos o realizaron actos censorios, bien en un marco oficial, bien de manera extraoficial.
←7 | 8→En el término “censura” pueden distinguirse al menos dos acepciones, que son las que se manejan fundamentalmente en este volumen: la de proceso, es decir, una actividad intelectual, y la de producto, esto es, el resultado o aplicación de dicha actividad intelectual. En cuanto proceso, la censura designa el juicio o la valoración de un texto, de una doctrina o de una tesis, atendiendo a determinados criterios de corrección política, religiosa o moral. En cuanto producto, la censura se define bien como la prohibición de un libro o la denegación de la licencia de impresión por una instancia oficial, porque dicho libro no se adecúa a los mencionados criterios de corrección, bien como la intervención ejercida en un texto por el ostentador de una autoridad (política, religiosa, moral, jerárquica, etc.), con el fin de amoldarlo a tales criterios de corrección.
Las once contribuciones que conforman este volumen se acercan, desde una perspectiva tanto filológica como histórica, a algunos de los principales actores del fenómeno censorio (como proceso o como producto), así como a varios protagonistas del discurso teórico sobre la censura. Pueden calificarse los primeros de “prácticos”, porque desempeñan la labor técnica de la censura; y los segundos de “teóricos”, en la medida en que proponen y construyen los criterios, argumentos, modalidades o instrumentos de la censura. Entre los “prácticos”, conviene diferenciar, por un lado, los “censores oficiales”, que colaboran con las instancias de la censura oficial y poseen el título de censor (por ejemplo, los calificadores del Tribunal del Santo Oficio, los censores de comedias o los revisores de la Compañía de Jesús), y, por otro lado, aquellas personas que ejercieron actividades censorias sin que una instancia oficial les hubiera adscrito tales misiones, como los traductores, los editores literarios o los propios autores.
Estudiar el fenómeno de la censura no a través de sus “víctimas” –los autores y libros censurados–, sino a través de sus actores permite renovar ciertas aproximaciones y arrojar nueva luz sobre dicho fenómeno. Este libro pretende seguir la estela de varios trabajos que se han interesado por los actores y el aspecto personal de la censura, en particular, el volumen colectivo Las razones del censor: control ideológico y censura de libros en la Primera Edad Moderna (2013), editado por Cesc Esteve, que versa sobre los criterios de distintos censores en el ámbito cultural de la época moderna, fijándose particularmente en el discurso censorio, su recepción y su asimilación. La monografía Escribir y prohibir: Inquisición y censura en los Siglos de Oro (2015) de Manuel Peña Díaz, que recoge varias aportaciones anteriores del autor, tiene el valor de llamar la atención sobre la relevancia de las operaciones censorias realizadas por impresores, correctores y traductores y de invitar a ahondar en estas prometedoras líneas de investigación sobre la censura extraoficial. Aunque versa sobre un periodo posterior al contemplado aquí, merece ser reseñado Instituciones ←8 | 9→censoras: nuevos acercamientos a la censura de libros en la España de la Ilustración, coordinado por Fernando Durán López (2016), que contiene cuatro capítulos dedicados a las instituciones que colaboraron con el Consejo de Castilla en el trabajo de calificación. Incluye asimismo un estudio sobre la figura del censor de Víctor Pampliega Pedreira, a quien se deben también numerosos artículos dedicados a figuras o cuerpos de censores. Fuera del ámbito hispánico, varios investigadores se han acercado a la censura de libros a través de sus actores, como Barbara Negroni en Lectures interdites : le travail des censeurs au XVIIIᵉ siècle. 1723–1774 (1995), Peter Godman en The saint as censor: Robert Bellarmine between inquisition and index (2000) o Jean-Baptiste Amadieu en Le censeur critique littéraire : les jugements de l’Index, du romantisme au naturalisme (2019), por citar tan solo unos ejemplos. Faltaba por tanto una monografía que ofreciera un panorama de las distintas figuras e instituciones que, en la España de los siglos XVI y XVII, ejercieron una actividad en relación con el control de los libros y de las ideas que vehiculan.
Los capítulos que componen esta monografía estudian sea categorías generales de censores (como, por ejemplo, los aprobadores o los calificadores), sea figuras particulares, tales como Melchor Cano, Diego de Arce, Juan de Pineda, Diego Álvarez de la Campa, Juan López de Velasco o Francisco de Avellaneda. Puede realizarse también otra categorización teniendo en cuenta el perfil socioprofesional del censor. Este criterio permite distinguir tres grandes categorías principales –no excluyentes– entre los censores estudiados en este libro: los censores eclesiásticos, los censores que pertenecen al mundo literario y los censores especialistas de la disciplina a la que se adscribe el libro que examinan. Nótese que en los siglos XVI y XVII no existían censores profesionales y de “dedicación completa” sino personas, con mayor o menor especialización, que ejercían, con mayor o menor frecuencia, actividades censorias, sea para una instancia oficial sea de manera autónoma.
El presente libro descansa sobre la convicción de que investigar el fenómeno de la censura a través de sus agentes constituye una perspectiva especialmente valiosa y un acercamiento privilegiado para estudiar el peso del factor personal en la censura (y en particular la cuestión de la subjetividad y de la parcialidad), las razones del censor, los discursos teóricos que sustentan la praxis censoria, la articulación entre los diferentes actores del control de la textualidad, así como las relaciones entre la censura y la sociedad civil, y en particular el mundo literario. Sin pretender ser exhaustivo, este volumen busca dar cuenta de la variedad de las personas e instituciones que realizaron actividades de censura en la España de los siglos XVI y XVII. Aspira a ofrecer un panorama variado de aquellos “agentes de la censura”, con especial atención a los siguientes factores ←9 | 10→que la condicionan y la caracterizan: el perfil sociológico e intelectual de los censores; sus criterios, herramientas y modalidades de intervención; los diferentes ámbitos sociales, disciplinares o profesionales en los que se llevaron a cabo actividades censorias; el momento en que se ejercen tales actividades con respecto al momento de escritura y de difusión de la obra; los factores subjetivos y contextuales (políticos, sociales y culturales) que influyeron en la praxis censoria; y finalmente, el lugar que ocupan los censores en la sociedad y en particular su relación con el mundo literario.
Con base en las diferentes categorizaciones diseñadas anteriormente y los mencionados factores que determinan y distinguen la censura, hemos distribuido los once capítulos que conforman este libro en tres bloques temáticos.
Los tres trabajos que componen la primera sección versan sobre los teóricos de la censura: estudian distintas figuras que, desde diferentes ámbitos, han formulado modelos teóricos o pautas relativos a los criterios, razones, modalidades o instrumentos de la censura.
El fundamento teórico de la censura de libros es la identificación de ciertas categorías de disenso. No solo eso, sino que las propias categorías, entendidas como herramientas de interpretación –las notas teológicas– han servido sucesivamente como pautas y como “tipos penales” para la calificación de proposiciones heterodoxas. En el capítulo inaugural del volumen, María José Vega estudia el discurso teórico sobre la censura doctrinal y el disenso elaborado por los comentaristas de la IIaIIae de la Summa Theologica de Tomás de Aquino. Entre la segunda mitad del siglo XVI y las dos primeras décadas del siglo XVII, los comentarios de la IIaIIae, y más concretamente de la cuestión 11 de la sección de fide, se convirtieron en el principal lugar de discusión censoria en términos teológicos. La peculiaridad más reseñable de este discurso teórico insertado en los comentarios de la Summa, principal instrumento docente de las universidades españolas en el siglo XVI, es que su contenido es ajeno al texto comentado; dicho de otra manera, este discurso censorio excede el marco de discusión de la obra tomista. La autora muestra que esta teoría censoria constituye un discurso acumulativo, sometido a una continua reescritura: se elaboró mediante un diálogo doctrinal entre los diferentes comentaristas, que discutieron las aportaciones de sus predecesores. Vega reconstruye la cadena de teólogos –en su mayoría dominicos y jesuitas– que concibieron, mediante un diálogo con la Summa y un diálogo entre ellos, los instrumentos teóricos principales de la censura doctrinal, como la categorización del error, su jerarquización respecto de una escala de la verdad, el examen de la proposición herética –el mayor grado de disenso– y de las censuras menores, que designan formas de desviaciones menos graves que la herejía. La autora muestra que la elaboración de esta teoría censoria ←10 | 11→responde ante todo a una necesidad de debatir sobre la naturaleza de la herejía a raíz de la Reforma y a la exigencia de las facultades de Teología, del Santo Oficio y de los poderes civiles de contar con evaluaciones especializadas de los textos, realizadas por teólogos que tuvieran las herramientas teóricas necesarias.
La tutela de la verdad teológica se extiende a la tutela de otras instancias de verdad, como la verdad histórica. La contribución de Cesc Esteve aborda algunos pasajes del libro XI del De locis theologicis de Melchor Cano (“De humanae historiae auctoritate”), libro en el que el teólogo dominico formula varias tesis acerca de la historiografía. En primer lugar, Cano considera que la historia es una disciplina útil para la teología, concretamente para la predicación, el comentario de las Sagradas Escrituras, las disputas doctrinales, y en particular, para la lucha contra la herejía y los “enemigos de la Iglesia”. En segundo lugar, Cano dirime qué historiadores y qué historias son dignos de crédito y autoridad y qué otros, en cambio, no merecen confianza. Asimismo, para evaluar la fiabilidad de los historiadores, formula una serie de reglas e indicadores, que conciernen tanto al contenido de la narración histórica como al estilo del autor. Esteve concluye que Cano hace depender el descrédito de los historiadores tanto de la inobservancia de las leyes de la historia como del no respeto de la ortodoxia católica. En otras palabras, Cano pretende demostrar que los enemigos de la historiografía recta lo son también de la Iglesia.
En fechas tempranas, la normativa relativa a la censura de libros se materializó en un texto de referencia: el índice de libros prohibidos. El estudio de la censura pasa necesariamente por el estudio de su contenido, pero es importante, a su vez, estudiar los círculos que participaron en la elaboración de los distintos catálogos inquisitoriales, para entender su alcance, las cuestiones que los sustentaron y las necesidades prácticas a las que respondían. En el siguiente capítulo, Jimena Gamba Corradine analiza un memorial redactado por el jesuita Diego Álvarez de la Campa, que sirvió de texto preparatorio al índice de libros prohibidos y expurgados del inquisidor general Bernardo de Sandoval (1612). Este memorial constituye un testimonio de gran relevancia, puesto que aborda algunas de las temáticas medulares de los debates que precedieron a la preparación de los índices católicos entre finales del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII. La autora empieza por describir la estructura del memorial y proponer una posible datación de este. Asimismo, lo sitúa en su contexto de producción –el núcleo de jesuitas españoles que gravitaba en torno al censor Juan de Pineda y que tuvo un papel relevante en la elaboración de los índices hispánicos de la primera mitad del siglo XVII–. A continuación, Gamba Corradine realiza un pormenorizado estudio de las diferentes propuestas formuladas por Álvarez de la Campa acerca del índice en preparación. Las recomendaciones del ←11 | 12→jesuita concernían tanto al contenido y la forma del catálogo como a las reglas generales, que contenían la normativa censoria inquisitorial. Dichas recomendaciones tenían por finalidad darle mayor coherencia interna al índice y alinear los criterios censorios hispanos con los de la censura romana. Aunque no todas las sugerencias de Álvarez de la Campa fueron tenidas en cuenta para el nuevo índice, su memorial tuvo una incidencia determinante en el complejo proceso de elaboración del catálogo inquisitorial.
La segunda sección del volumen está dedicada al estudio de los censores que trabajaban para los órganos oficiales de censura en España. El principal órgano estatal de censura era el Consejo Real de Castilla, que otorgaba las licencias de impresión tras una censura previa de los textos. Asimismo, las diócesis otorgaban, después de un examen del libro, la “licencia del vicario general”, que tenía que figurar en los preliminares de las ediciones. El Tribunal de la Suprema Inquisición, que dependía a la vez de la monarquía hispánica y del papado, era la institución encargada de examinar los libros ya publicados, a raíz de una denuncia o incautación. Además de estos órganos, existían otras instituciones que ejercían un control sobre los escritos de sus miembros, en particular, las órdenes religiosas.
La aprobación o censura previa constituía una etapa determinante en el proceso editorial de un libro en la España moderna; se trataba de una prerrogativa que se arrogó desde el principio el poder civil. El capítulo de Rafael Pérez García, que abre esta segunda sección, tiene el valor de completar nuestros conocimientos acerca del procedimiento de censura previa –ya estudiado por varios investigadores como José Simón Díaz, Fermín de los Reyes o Fernando Bouza– al explorar el perfil socioprofesional de los que realizaron los exámenes que condicionaban la concesión de licencias de impresión. Este capítulo encara la labor de las personas que, a petición del Consejo Real de Castilla, redactaron un examen censorio de los libros presentados a dicho Consejo para obtener una licencia de impresión. Para realizar este estudio, el investigador se vale de la serie de cédulas reales que contienen las licencias de impresión. Pérez García se sirve de este material para obtener datos sobre las personas que firmaron los informes de censura previa. En un segundo momento, el autor se fija en el léxico empleado por los aprobadores y constata que las diferentes valoraciones formuladas no eran meras variaciones retóricas, sino que expresaban una caracterización y una gradación de lo que el censor consideraba permisible para la lectura y cuya finalidad era orientar al Consejo en su decisión acerca del libro. Este estudio muestra que, lejos de ser una maquinaria homogénea y anónima, el sistema de censura previa era el fruto del trabajo de examinadores personales, con formaciones y criterios distintos. Existían, por tanto, estrechas conexiones ←12 | 13→entre la censura y la sociedad civil; la labor de censura previa estaba en manos de particulares y no de un cuerpo de funcionarios del Estado.
Además de la censura previa, existía en España desde los años 1520 una censura “a posteriori”, a cargo de la Inquisición. Los principales actores de la censura inquisitorial eran los calificadores, unos religiosos dotados de una sólida formación teológica. El capítulo de Mathilde Albisson se centra en la labor censoria que desempeñaban los mencionados calificadores en el tribunal inquisitorial. La autora da cuenta de la variedad de tareas intelectuales y prácticas que realizaban e incide en algunos desajustes y dificultades atinentes al desempeño de tales tareas. Una de las razones de tales desajustes era la pertenencia de los calificadores a órdenes religiosas, que podía traducirse en juicios parciales; otra razón era la frecuente participación del calificador en la censura previa, participación que podía dar lugar a contradicciones con un posible dictamen posterior de la censura inquisitorial. En último lugar, Albisson presenta la semblanza de cuatro calificadores destacados: Pedro López de Montoya, Diego de Arce, Juan de Pineda y Juan Bautista Dávila. El estudio de esas figuras no solo es ilustrativo del perfil y de las actividades del calificador del Santo Oficio, sino que permite también profundizar en algunas de las cuestiones problemáticas que entrañaban ciertos elementos de su labor. Asimismo, esos cuatro censores constituyen casos muy peculiares de imbricación de la teoría y la práctica de la censura. En efecto, llevaron a cabo una reflexión crítica sobre la censura inquisitorial y el quehacer del calificador y procuraron plasmar su propia concepción de la censura en el índice y en distintas propuestas de reforma.
Details
- Pages
- 368
- Publication Year
- 2022
- ISBN (PDF)
- 9782875744494
- ISBN (ePUB)
- 9782875744500
- ISBN (Hardcover)
- 9782875744487
- DOI
- 10.3726/b18989
- Language
- Spanish; Castilian
- Publication date
- 2021 (December)
- Keywords
- la censura investigar literario moderno mediante manera extraofficial
- Published
- Bruxelles, Berlin, Bern, New York, Oxford, Warszawa, Wien, 2022. 368 p., 1 il. en color, 17 il. blanco/negro.