Materialidad, memoria y lenguaje en la <I>Relación de las Fábulas y Ritos de los Incas<I> (1575) de Cristóbal de Molina
Edición crítica
Summary
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Table Of Contents
- Cubierta
- Título
- Copyright
- Sobre el editor
- Sobre el libro
- Esta edición en formato eBook puede ser citada
- ÍNDICE
- Presentación (Rodolfo Cerrón-Palomino y Francisco Hernández Astete)
- ESTUDIOS SOBRE EL AUTOR Y SU OBRA
- Vida de Cristóbal de Molina en el Cuzco (1556–1585) (Luis Miguel Glave)
- Materialidad y memoria en la Relación de Cristóbal de Molina (Francisco Hernández Astete)
- Textualidad y materialidad en la Relación de Cristóbal de Molina (Peter Kaulicke)
- Escribas semiletrados o iniciadores del castellano bilingüe andino: el caso del copista de Cristóbal de Molina (Rodolfo Cerrón-Palomino)
- Manuscritos y ediciones de la Relación (Sergio Cangahuala Castro)
- Criterios de edición
- TEXTO DE LA RELACIÓN
- APÉNDICES
- Apéndice I: Texto de las plegarias (Rodolfo Cerrón-Palomino)
- Apéndice II: Corpus del léxico nativo molinense (Rodolfo Cerrón-Palomino)
- Bibliografía general del aparato crítico
- REPRODUCCIÓN FACSIMILAR
- Noticia de los autores
- Obras publicadas en la colección
Rodolfo Cerrón-Palomino y Francisco Hernández Astete
Presentación
La obra de Cristóbal de Molina (1529–1585) es considerada como una de las fuentes más importantes para conocer la organización social, ritual y religiosa del mundo incaico. Su afamado conocimiento del quechua, celebrado incluso por un crítico severo como Guaman Poma, no hace sino otorgarle una mayor fidelidad y autoridad en materia de historia incaica, particularmente en su dimensión religiosa. De allí que su Relacion de las fabvlas i ritos de los Ingas (1575), sea una obra de consulta imprescindible en los estudios del pasado prehispánico, lo que explica los esfuerzos constantes de los estudiosos del Ande por editarla y ponerla al alcance de los especialistas. Para señalar solo las ediciones más recientes, mencionemos las de Julio Calvo y Henrique Urbano (2008), quienes ofrecen una versión paleografiada y actualizada de la obra, y la de Paloma Jiménez del Campo y Paloma Cuenca Muñoz (2010), que también hacen lo propio, con la ventaja adicional de reproducir la versión facsimilar del original existente en la Biblioteca de España.
Como ha sido mencionado, una de las ventajas de los textos ofrecidos por Molina, eximio conocedor de la lengua quechua, es el hecho de haberlos registrado directamente, sin la mediación de intérpretes, y, por consiguiente, podemos confiar, al margen de los prejuicios religiosos e ideológicos inevitables de la época, en el grado de fidelidad con que los consigna, particularmente los tocantes a los términos, expresiones y oraciones vertidos en lengua índica, registrándolos meticulosamente de fuente directa de sus informantes, tanto de labios de los memoriosos como de las cuerdas de los quipus, diligentemente descifrados por los expertos a quienes consultó. Sin embargo, como acontece con casi todas las ediciones de las crónicas del área andina, y particularmente con aquellas que versan sobre el mundo incaico, ha habido descuidos frecuentes en la transcripción e interpretación de términos y expresiones, y con mayor razón tratándose de textos en lengua índica, como los de la presente obra, sin advertir que, para obtener una recta intelección de los mismos, es necesario partir de un análisis lingüístico y filológico riguroso de la materia. La de Molina no podía sustraerse de semejante práctica perniciosa, más aún tratándose de una obra rica en material cifrado en lengua nativa, pero que llegó a nosotros a través de un manuscrito mal copiado y seriamente deturpado de un original perdido lamentablemente irrecuperable.
←7 | 8→En efecto, como se sabe, la única fuente documental que tenemos de la presente obra es una copia conservada en la Biblioteca Nacional de España (Ms. 3169, fols. 2–36, anotados en lápiz), que forma parte de un cartapacio a manera de borrador mandado copiar por el conocido extirpador de idolatrías cuzqueño Francisco de Ávila, juntamente con otros materiales importantes, entre ellos el conocido manuscrito de Huarochirí y las crónicas de Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua y Polo Ondegardo. Como ha sido señalado, estamos pues ante la única copia existente del texto original del eximio quechuista, trasladado con una caligrafía humanística de comienzos del siglo XVII, en la que habrían participado, según unos, dos o tres copistas, pero que, siguiendo el análisis paleográfico de Paloma Cuenca, lo más probable es que estemos ante los trazos de un solo escriba, con “un grado variable de mayor o menor cursividad” (cf. Cuenca Muñoz 2010: 224), tal como ya lo había sugerido Rowe ([1953] 2003: 165–169).
Teniendo en cuenta la situación descrita, era de esperarse que las versiones de reciente aparición de la obra intentaran remediar de algún modo las deficiencias de las previas, y, sin embargo, tenemos que decir que, paradójicamente, ello no ha ocurrido así. La paradoja a que hacemos alusión obedece al hecho de que tales ediciones, a diferencia de las anteriores, han contado con la participación de lingüistas, de modo directo en un caso, e indirecto en el otro; y, es más, en la preparada por Calvo y Urbano, intervino un estudioso que se considera especialista del quechua. Pues bien, para referirnos solo a los desencuentros manifiestos de esta última versión, hay que insistir en que para ofrecer una edición seria que atienda con esmero y rigor la recta interpretación de los pasajes en lengua índica nunca será suficiente dominar solo la gramática sincrónica de una variedad quechua, en este caso del quechua cuzqueño moderno, pues hace falta conocer la génesis y el desarrollo de su actual configuración. Así, pues, una edición decorosa de la obra de Molina exige, de partida, un conocimiento cabal de la lengua en su diacronía, en su constitución dialectal, en sus contactos con las otras lenguas mayores andinas, al mismo tiempo que una familiaridad con los trabajos en curso de filología andina. En suma, no es ocioso recordar que uno de los errores persistentes en la interpretación de los textos quechuas es pretender explicarlos exclusivamente siguiendo la tesis del llamado “quechuismo primitivo” (cf. Cerrón-Palomino 2019), cuando los estudios en materia de lingüística y filología prehispánicas van demostrando que los incas habrían pasado, antes de quechuizarse, por lo menos por dos experiencias idiomáticas previas: la del puquina y la del aimara. Los textos molinenses constituyen precisamente la mejor prueba de lo que venimos señalando, siempre y cuando se ←8 | 9→los interprete a partir de un enfoque teórico-metodológico preciso y ajustado como el enunciado.
La presente edición aspira a tener ventaja sobre las anteriores por el nutrido aparato crítico y ecdótico que la acompaña y sirve de sustento no solo en la lectura e interpretación del texto castellano sino también --y creemos que por vez primera-- del corpus tanto léxico como textual en lengua indígena. Lo último se ve ampliamente respaldado con dos apéndices elaborados y ofrecidos al final de la crónica: el primero (Apéndice I), presenta la traducción de los himnos o preces consignados en la obra como una alternativa a las versiones ofrecidas hasta ahora, entre las cuales la única que consideramos seria es la de Rowe, no obstante haber sido preparada sin tener acceso al original; el segundo (Apéndice II), presenta de manera detallada y exhaustiva, en forma crítica, razonada y etimologizada, todo el léxico nativo registrado a lo largo de la crónica.
No está de más recalcar que la versión etimologizada del corpus molinense que ofrecemos, depurado de interpretaciones fantasiosas a las que estamos acostumbrados en casos semejantes, podrá servir para que los estudios históricos del pasado andino tocantes al universo léxico cultural, religioso e institucional del incario reposen sobre terreno limpio y desbrozado, y, a partir de ello, se intente reescribir la verdadera historia incaica, que hasta ahora adolece del enfoque reduccionista y excluyente del “quechuismo primitivo”. De este modo, la lingüística histórica, particularmente la referida al área andina, probará ser una poderosa herramienta heurística que coadyuve a un conocimiento más certero de las sociedades prehispánicas.
Con el objeto de ingresar en el mundo de la religiosidad andina descrita por Molina, los editores han creído conveniente ofrecer estudios aproximativos sobre la vida y la obra del autor, de manera que puedan ayudar, por un lado, a esclarecer algunas facetas desconocidas de la biografía del cronista; y, por el otro, a comprender mejor ciertos pasajes del texto que, por la misma naturaleza de su contenido, se muestran por momentos abigarrados y cuasi repetitivos.
De este modo, en primer lugar, el estudio “Vida de Cristóbal de Molina en el Cuzco (1556–1585)”, de Luis Miguel Glave, presenta nuevas y desconocidas evidencias de la biografía de Molina durante el largo tiempo que vivió en el Cuzco. Por ellas sabemos más de su manera de incorporarse en aquella sociedad y de sus vínculos, particularmente con otro de los importantes protagonistas de la historia eclesiástica de los Andes, su primo Pedro de Muñiz, que llegaría a ser deán de la catedral de Lima. A través de esas relaciones, descubrimos la sombra de confeso que tuvo muy bien guardada y que explicará su perfil bajo a pesar de los muchos méritos que exhibía. Contrasta la vida de Molina con las de sus colegas contemporáneos en el Cuzco como fueron Luis de Olvera y Cristóbal de ←9 | 10→Albornoz. Ambos ambiciosos competidores por haber sido descubridores del Taquiy Unquy y por llegar a algún obispado. Glave retrata minuciosamente el ambiente en que vivió Molina en el Cuzco, la sociedad eclesiástica de la que fue parte y las fuertes contradicciones que la caracterizaron, desfilando en su estudio personajes de la envergadura de los prebendados ya nombrados: el poderoso provisor Esteban Villalón, el obispo Sebastián de Lartaún, el inquisidor y escritor Pedro de Quiroga, y otros más. A través de la vida de Molina, descubrimos algunas claves de esa sociedad cuzqueña llena de sobresaltos y cambios; pero también, a la inversa, conociendo mejor el Cuzco en que vivió Molina, podemos entender mejor la génesis de su escritura.
En segundo lugar, el trabajo “Materialidad y memoria”, de Francisco Hernández Astete, trata sobre la materialidad y los rituales asociados al poder que podemos encontrar en la obra de Molina. Esta información, contrastada con otras fuentes de la época, permite aventurarnos a la reconstrucción de la estructura de poder incaico. Destaca en este texto la participación de los ancestros en las distintas ceremonias de poder incaico así como en los múltiples rituales de memoria que se celebraban en el Cuzco imperial. Como es evidente, la participación de los ancestros en la fastuosidad del rito está asociada al poder que mantenían los diversos aillus cuzqueños en la estructura de su administración política. Así, todos los señores del Cuzco tenían grupos familiares a su cuidado, los mismos que mantenían privilegios y recursos asociados con los supuestos derechos que obtuvo el ancestro fundador. Ese era el poder real de las llamadas panacas que obligaba al inca reinante a negociar con ellas y a expandir la dominación incaica. Destaca también en el texto la participación en estos rituales de las huacas del Hacedor, Huanacaure, el Sol y el Trueno. Esta situación nos permite preguntarnos por las facciones de la élite asociadas al cuidado de estas huacas fundacionales y pueden darnos pistas en el futuro de la composición del poder entre los incas.
En tercer término, el ensayo “Textualidad y materialidad en la obra de Cristóbal de Molina”, de Peter Kaulicke, se enfoca en la lectura y el análisis del texto del cronista desde dos ángulos: la textualidad (autenticidad, veracidad e intencionalidad); y la lógica de la ritualidad, por un lado, y la materialidad por el otro. Este segundo aspecto se refiere a las múltiples referencias materiales de diferente índole, por lo que se interrelaciona con la materialidad conservada en el Cuzco como su reflejo, en lugares con los contextos específicos de los ritos que permiten un análisis arqueológico relacionado, con la ventaja de tratarse de una fuente independiente. En el texto de Molina el concepto central es la huaca, es decir wak’a, en quechua cuzqueño. Este término enigmático, cuya etimología quechua no es segura, es también el foco principal de un sinnúmero de trabajos ←10 | 11→modernos que por lo general omiten esta fuente fundamental, por lo que aquí es tratado en forma exhaustiva.
En cuarta instancia, el estudio “Escribas semiletrados o iniciadores del castellano andino”, de Rodolfo Cerrón-Palomino, se ocupa del lenguaje que subyace al texto molinense, tanto en su versión castellana como en lengua nativa. La tesis central desarrollada por el autor es que no parece haber duda de que el manuscrito es obra de un copista cuya pericia en materia de lecto-escritura castellana se resiente de la performance de un bilingüe de lengua nativa (quechua o aimara) y castellano en estado incipiente. Así lo demostrarían, por un lado, dos características saltantes de su copiado: fonológicamente, la frecuente confusión de las vocales tónicas /i, e/ y /u, o/ del castellano; y morfosintácticamente, la discordancia igualmente recurrente de género y número castellanos; y, de otro lado, sus no menos frecuentes tropiezos de lectura del texto, copiado y reproducido erráticamente, fuera de los vacíos que deja, al no entender un término o expresión, con la intención de llenarlos después, cosa que no siempre se hace. Todo ello corroboraría la tesis que atribuye al copista anónimo un bilingüismo con poco dominio del castellano como segunda lengua tanto en su faceta hablada como escrita, aunque ciertamente con alguna pericia, artesanal diríamos, en el manejo de la caligrafía humanística de la época. Convendría precisar, además, que los errores lingüísticos en que incurre el copista no son sistemáticos como debían esperarse de un bilingüe inicial, pues por momentos parecería que aquel cumpliera acertadamente con las normas y prácticas estipuladas al respecto; pero ello encontraría su explicación en el hecho de que el escriba estaría reproduciendo fielmente por momentos lo que subsistía en el texto matriz, redactado por una persona indudablemente culta como lo fue Cristóbal de Molina.
Finalmente, el trabajo “Manuscritos y ediciones de la Relacion de las Fabvulas i Ritos de los Ingas”, de Sergio Cangahuala Castro, busca ofrecer un listado detallado y actualizado de las ediciones y traducciones de la crónica de Molina. La contribución, de naturaleza descriptiva, brinda, además, comentarios acerca de los estudios realizados por los especialistas encargados de esas ediciones y llama la atención sobre la procedencia y características de los manuscritos-base de esas ediciones.
Para terminar con esta presentación resta que manifestemos nuestro reconocimiento por la generosa ayuda tanto institucional como individual que hizo posible la preparación y edición del presente libro a lo largo de estos últimos años. En el plano personal, quedamos sumamente agradecidos a la Licenciada Laura Gutiérrez Arbulú, conocida paleógrafa del Archivo Arzobispal de Lima, por su entusiasta y autorizada versión paleográfica del manuscrito molinense. ←11 | 12→De igual modo, hacemos pública nuestra gratitud a la Dra. Rosario Navarro Gala, de la Universidad de Zaragoza, por haberse ofrecido gentil y desinteresadamente a revisar íntegramente la versión paleográfica previa del texto, asegurándonos de este modo la fidelidad e interpretación de su lectura, en especial de aquellos pasajes oscuros que han burlado la atención de quienes realizaron el mismo trabajo para sus ediciones. A nuestra amiga Rosario le debemos, asimismo, el haberse tomado la paciente tarea de revisar el aparato crítico del texto castellano, enriqueciéndolo con sus atinadas y eruditas observaciones y con sus sugerencias bibliográficas, siempre oportunas y precisas. Nunca será exagerado señalar que, sin su concurso, generoso como siempre, y a la vez renovado interés por el mundo andino colonial, nuestra edición no habría quedado debidamente bien cimentada en materia ecdótica y filológica. Del mismo modo, y en otro plano, agradecemos a Donato Amado Gonzales, quien, con su conocimiento erudito envidiable del plano del Cuzco imperial y de la ubicación espacial de sus santuarios, nos sirvió de guía ilustrado (noviembre de 2013) para ascender, en visita de reconocimiento, al mítico Huanacauri, así como para recorrer parte del itinerario de los ritos del huarachico y ubicar algunos de los santuarios que jalonaban los ceques. En la esfera académico-institucional, nuestro reconocimiento va dirigido, en primer lugar, a la Dra. Kerstin Störl por haber acogido entusiastamente, dentro de la Serie Sprachen, Gesellschaften und Kulturen in Lateinamerika, de la casa editora alemana Peter Lang, la publicación de la obra, demostrando su acendrado interés por fomentar el conocimiento del legado patrimonial histórico-cultural, a la vez mestizo y universal, del Perú y del mundo andino en su conjunto. Quedamos igualmente agradecidos a los funcionarios de la Biblioteca Nacional de España, en la persona de su actual directora, por habernos facilitado graciosamente, superando trámites engorrosos, la reproducción de los folios del manuscrito molinense que ahora forman parte del cuerpo de la presente edición; y es con sumo placer y honor al mismo tiempo que el logo de la institución figura y adorna la carátula de la presente publicación. Estamos en deuda igualmente con el Instituto Riva Agüero, en la persona de su director, el Dr. Jorge Luis Lossio, y con el Departamento de Humanidades, ambas dependencias de la PUCP, por compartir generosamente el aporte económico básico que la edición del texto requería. Dentro de la misma institución académica, fuerza es reconocer también el apoyo sostenido y permanente de la Dirección de Investigación de la Pontificia Universidad Católica del Perú a lo largo de todos estos últimos tiempos, el mismo que hizo posible aligerar nuestras obligaciones docentes para dedicarnos a la preparación de las Fábulas y ritos, que ahora ponemos a disposición de los estudiosos del área andina y de los interesados en conocer nuestra historia indiana. En ←12 | 13→particular, justo es señalar nuestra deuda con la dependencia mencionada por haber sido beneficiados con una subvención económica a través del Fondo de Apoyo a la Investigación (FAI), en su primera convocatoria 2021, en la modalidad de Publicaciones. Finalmente, last but not least, quedamos igualmente en deuda con María, siempre atenta con nuestras publicaciones, por el laborioso trabajo que se dio revisando minuciosamente todo el texto, detectando erratas y sugiriendo mejoras estilísticas. Sobra señalar que los errores de forma y contenido que hayan burlado nuestra atención son de responsabilidad exclusiva de los autores de los trabajos y de los editores de la obra.
Luis Miguel Glave
Vida de Cristóbal de Molina en el Cuzco
(1556–1585)
Desde que en 1873 se dio a conocer impreso el manuscrito de la Relación de las fábulas y ritos de los Incas y particularmente desde las ediciones peruanas de 1916 y 1943, la figura de su autor, Cristóbal de Molina, fue emergiendo lentamente de la penumbra y poco a poco se fijaron las coordenadas básicas de su existencia histórica. Pero este fue un tránsito lento y confuso, pues nuestro autor recibió identificaciones erróneas y solo con tenues trazos se logró su adecuada ubicación biográfica gracias a documentos y referencias que nos entregaron Carlos Romero y Raúl Porras Barrenechea. Hubo que esperar todavía medio siglo para que apareciera un nuevo aporte, más documentado, a la biografía de Molina, que debemos a Henrique Urbano que hizo uso y entregó a la prensa valiosos documentos de los protocolos cuzqueños cosechados por Gabriela Ramos (Urbano 1990: 265–283). Gracias al interés que despertó, a partir de los estudios y debates sobre lo que se llamó el Taquiy Unquy, la figura de Cristóbal de Albornoz, colega en la iglesia cuzqueña de Molina y con quien compartió ideas y afanes, vinimos a conocer más referencias que hicieron más sólida nuestra visión de la biografía de Molina. El propósito de esta nota es recoger estos aportes, llamar la atención sobre referencias que en ellos han pasado desapercibidas o no se han subrayado suficientemente y relacionarlos con nuevas evidencias que enriquecerán el conocimiento de la vida de Cristóbal de Molina en la gran ciudad del Cuzco, entre su arribo a ella hacia 1556 probablemente, o un par de años más tarde, y su fallecimiento en la misma ciudad en 1585.
Details
- Pages
- 428
- Publication Year
- 2021
- ISBN (PDF)
- 9783631856468
- ISBN (ePUB)
- 9783631856475
- ISBN (MOBI)
- 9783631856482
- ISBN (Hardcover)
- 9783631855812
- DOI
- 10.3726/b18496
- Language
- Spanish; Castilian
- Publication date
- 2021 (August)
- Keywords
- ecdótica filología índica himnario onomástica etimología
- Published
- Berlin, Bern, Bruxelles, New York, Oxford, Warszawa, Wien, 2021. 354 p., 6 il. en color, 9 il. blanco/negro.